Discurso del Embajador James D. Nealon en la recepción en celebración del Mes de la Historia Afroamericana

El Embajador Nealon pronuncia un discurso en una recepción para celebrar el Mes de la Historia Afroamericana el 11 de febrero de 2016. (Foto del Depto. de Estado)
El Embajador Nealon pronuncia un discurso en una recepción para celebrar el Mes de la Historia Afroamericana el 11 de febrero de 2016. (Foto del Depto. de Estado)

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Buenas noches y bienvenidos. Es un placer darles la bienvenida a todos ustedes esta noche.

En los Estados Unidos, el mes de febrero es el Mes de la Historia Afroamericana. Cada año nosotros apartamos este mes para honrar los logros de los afroamericanos en cada aspecto de la sociedad estadounidense.

Deseo agradecer al Trío Experimental Lalo Rojas por la estupenda música de esta noche; y deseo también asegurarme que todos tengan la oportunidad de observar las maravillosas obras de arte de Santos Arzú Quioto. Gracias por hacer esta velada algo especial a través de su música y arte.

Como bien lo sabemos todos, la historia de los afroamericanos en los Estados Unidos no fue siempre celebrada, y que la historia muchas veces ha sido muy dolorosa.

Nuestra sociedad no siempre fue inclusiva -de hecho, nuestra democracia comenzó siendo muy exclusiva. ¿Saben ustedes cuántos votos recibió George Washington en 1789, cuando él fue electo como el primer presidente de los Estados Unidos?

¡69! De los 4 millones de personas que vivían en los Estados Unidos en ese entonces, solo un pequeño grupo era elegible para elegir al primer presidente.

Desde ese momento hemos llegado a ser más inclusivos. Primero, los votantes debían de ser hombres, blancos y dueños de una propiedad. Gradualmente observamos el valor de la concesión de derechos a una ciudadanía plena a más personas, pero tomó mucho tiempo.

A inicios de los 1800, la mayoría de los estados se encaminaron hacia el sufragio universal de hombres blancos. Después de la Guerra Civil, la Constitución fue enmendada para permitir el derecho al voto a los afroamericanos, aunque ese derecho fue muchas veces violentado a través de varios medios. Solo con las reformas políticas en la década de 1960, como resultado del Movimiento de los Derechos Civiles, es que los afroamericanos obtuvieron los derechos plenos para votar.

Y no fue sino hasta la década de 1920, menos de un siglo atrás, que las mujeres se les concedió el derecho a votar, y todos los estadounidenses pudieron finalmente ejercer sus plenos derechos como ciudadanos.

Hoy, damos por sentado que la inclusión es buena para la sociedad. Entendemos que cuando excluimos a algunos de nuestros ciudadanos del ejercicio pleno de sus derechos, todos sufrimos. Somos menos prósperos, por que pocos de nuestros ciudadanos pueden trabajar, gastar y pagar impuestos; somos menos innovadores, porque no reconocemos las contribuciones de otros; y somos menos justos y equitativos, lo cual no solo castiga a los excluidos sino que también mancha a aquellos que fueron incluidos.

Si vemos alrededor del mundo, miramos que aquellas sociedades que más ampliamente aceptan sus diferencias y sus diversidades son las mismas sociedades que entregan mayores beneficios a sus ciudadanos. Nosotros en los Estados Unidos, aprendimos esto de la forma más dura, ¡pero lo aprendimos!

De nuevo, gracias por haber venido esta noche, y gracias por celebrar la historia afroamericana con nosotros.