Exposición
Michael J. Fitzpatrick
Subsecretario Adjunto, Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental
Washington, DC
Gracias, Sr. Presidente. Sr. Secretario General, Distinguido Vice-Canciller de Venezuela, Representantes Permanentes, damas y caballeros: muy buenas tardes a todos y a todas.
Esta sesión se celebra hoy debido a la voluntad constructiva de la mayoría de los Estados Miembros, que aspira a identificar con precisión —y honestidad— los problemas que observamos en Venezuela, e impulsar soluciones democráticas a través de un diálogo de buena fe.
Estados Unidos es uno de esos Estados.
Estamos hoy aquí porque todos deseamos promover este tipo de soluciones, y porque todavía hay posibilidad de impulsarlas, antes de que la crisis en Venezuela se agudice aún más. Efectivamente, según recuerdo, fue la misma canciller venezolana quien planteó formalmente la crisis venezolana en el temario del Consejo Permanente el año pasado, y apenas ayer volvió a aportar sus opiniones. Y los Estados Miembros de la OEA, en solidaridad con la democracia venezolana, siguen atendiendo esta cuestión.
Creemos que es oportuna una interacción intensiva y de alto nivel por parte de los Estados Miembros de la OEA, y que esto podría contribuir significativamente a que Venezuela retome el sendero de la constitucionalidad, la paz y la prosperidad.
Para que eso ocurra, será indispensable que el gobierno venezolano acepte la mano que le tiende la OEA. Lamentablemente, hay pocos indicios de que Venezuela esté dispuesta a hacerlo.
La insistencia de la canciller Rodríguez en presentarse ayer, en vez de participar en la sesión de hoy, no es auspiciosa. Tampoco lo es el hecho de que el gobierno venezolano haya rechazado anteriormente reconocer algún rol a la OEA. Ni tampoco que el gobierno venezolano no haya aprovechado la oportunidad extraordinaria que supuso el año pasado la asistencia del Vaticano en el proceso de diálogo impulsado por UNASUR para alcanzar soluciones genuinas. Tampoco son auspiciosos los reiterados insultos ad hominem y los improperios proferidos por el gobierno venezolano contra líderes y gobiernos de la región.
El tipo de deterioro social, económico y político que vemos ahora nos afecta a todos de distintas formas. La declaración del 23 de marzo emitida por 14 Estados Miembros, que representan a más del 90% de la población total de nuestra región, refleja nuestra creciente consternación. Y, junto a muchas otras naciones, hoy agradecemos a México por su firme liderazgo en este esfuerzo.
El informe del 14 de marzo del Secretario General presenta un panorama detallado y preciso de acontecimientos alarmantes en Venezuela. Ha sido clave para alertar sobre la urgencia de la situación, tanto para la población venezolana como para el resto de nuestra región.
A medida que la crisis se agudiza, y el gobierno sigue demorando la apertura democrática que es imperiosa —y que está hoy en manos del gobierno—, la solidaridad de la región con el pueblo de Venezuela, a través de la OEA, no hace más que profundizarse y fortalecerse.
En conjunto, varias de las instancias en que el gobierno venezolano se apartó gravemente del Estado de derecho, expuestas y documentadas en el informe del secretario general del 14 de marzo, parecen ser una alteración inconstitucional del régimen constitucional que socava el orden democrático en Venezuela. Entre estas se incluyen el rechazo, por parte del poder ejecutivo, del rol legítimo de la Asamblea Nacional, el ejercicio ilegítimo de funciones legislativas clave por el Tribunal Supremo y la negativa a celebrar elecciones regionales en 2016 como era obligatorio, por no mencionar la obstaculización del referéndum nacional.
Apenas hoy, estamos viendo informes de prensa de Caracas que indican que, mientras la canciller estaba aquí con nosotros, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), controlado por el gobierno, limitó la inmunidad de los miembros de la Asamblea Nacional, una institución integrada a través de elecciones libres y que ya fue declarada ilegal por el gobierno.
Tras la comparecencia de la canciller ayer, y el intento fallido por frustrar la sesión de hoy, la oportunidad y el contenido son una señal clara: los acontecimientos en la OEA podrían tener repercusiones locales para legisladores opositores, sobre todo aquellos que, a través de viajes y otras actividades, se han asociado con actividades multilaterales que el actual gobierno venezolano considera hostiles.
Una vez que empiezan a ocurrir aberraciones de este tenor, no sabemos en qué pueden terminar, y entonces debemos actuar con urgencia y con una determinación clara. Porque, como bien dice el dicho, el mundo entero está mirando.
Este es un día importante para la OEA, que está cumpliendo con su responsabilidad de preservar la democracia y las instituciones democráticas en América.
Venezuela tiene la obligación de actuar de manera congruente con sus compromisos en virtud de la Carta de la OEA, la Carta Democrática, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y otros importantes instrumentos regionales que ha adoptado voluntariamente.
En particular, instamos al gobierno venezolano a cumplir con su constitución. El presidente Maduro debería permitir que la Asamblea Nacional, elegida en forma democrática, desempeñe sus funciones constitucionales, y debería celebrar elecciones tan pronto como sea posible.
Estados Unidos insta a que se libere en forma inmediata a todos los presos de conciencia —los presos políticos— en Venezuela, incluido Leopoldo López.
A la vez que nuestros gobiernos se reúnen aquí para analizar y debatir estas importantes cuestiones, también es importante que no olvidemos quiénes están en realidad pagando el costo, es decir, quién paga la cuenta: el pueblo de Venezuela.
Este fin de semana, aquí en Washington, y antes de escuchar a la ministra venezolana ayer, un cantante venezolano en exilio nos recordó a todos algo fundamental, durante un concierto público, una celebración de la música, del pensamiento libre y de la libertad de expresión. Franco de Vita –una voz más entre los cientos de miles de venezolanos que han huido del país– nos recordó con claridad: “La libertad es un derecho fundamental para todos los seres humanos”.
Y en nombre de mi propio gobierno, quisiera agregar a esto: la represión política y la recesión económica deben ceder el lugar a la restitución democrática y la recuperación económica. Ya.
Pues un Estado Miembro no puede ignorar indefinidamente los valores y compromisos democráticos tan preciados para este honorable órgano y sus Estados Miembros, y a la vez seguir participando plenamente en él. Si lo hace, no hará más que perjudicarse a sí mismo, a su pueblo y también a nuestra organización.
Sr. Presidente y damas y caballeros. Varias opciones han sido propuestas por diversos Estados Miembros hoy y recientemente, con respecto a cuál es la mejor forma de proceder. Para dar apenas algunos ejemplos, hemos recibido propuestas para la creación de un Grupo de Amigos; la posibilidad de enviar una delegación a Venezuela que dialogue con los distintos actores involucrados y los escuche; y como yo mismo señalé previamente, y esto también fue sugerido ayer por otros tras la intervención de la canciller Rodríguez: debemos considerar la posibilidad de elevar el nivel de deliberación política dentro de la OEA. Hemos escuchado hoy sobre la propuesta de México, apoyada también por otros, de formar una Mesa de Trabajo permanente, que nos permita reunirnos al menos una vez por mes para evaluar avances y considerar los pasos siguientes.
También hay una propuesta de que un representante de los expresidentes que participaron en el proceso formal de diálogo del año pasado informen al Consejo Permanente por qué ese proceso no prosperó; y hoy nos han recordado las recomendaciones que planteó en 2002 el entonces secretario general de la OEA Gaviria.
Es sin duda una tarea ardua. Y no podrá completarse de un momento a otro. Pero tiene posibilidades de éxito, si media la voluntad política, la buena fe y la solidaridad de todos los interesados.
Estados Unidos sigue dispuesto a considerar cualquiera de estas propuestas y todas las demás herramientas con que cuentan la OEA y el Consejo Permanente de la OEA en la búsqueda de una solución pacífica y democrática a la crisis en Venezuela.
Sr. Presidente, Estados Unidos mantiene su compromiso de trabajar con otros Estados Miembros en esta grave cuestión que preocupa a todos, como miembros de esta Organización, como amigos del pueblo venezolano y en solidaridad con su democracia. Le aseguro que nosotros, y el Consejo Permanente de la OEA, seguiremos abocados a este tema.
Muchísimas gracias.